Lo que demostramos es lo que somos
14/10
“Sabiendo Jesús que el Padre le había dado todas las cosas en las manos, y que había salido de Dios, y a Dios iba, se levantó de la cena, y se quitó su manto, y tomando una toalla, se la ciñó. Luego puso agua en un lebrillo, y comenzó a lavar los pies de los discípulos, y a enjugarlos con la toalla con que estaba ceñido.” (Juan 13: 3-6)
Lo que prueba que eres cristiano no es que ames a Jesús…es que ames a “los judas” que te ponga en el camino. Jesús no solo lavó los pies de Pedro, sino los de todos, incluso lavó los pies de Judas, sabiendo que él lo habría de entregar a las autoridades. El amor verdadero no se limita a quienes nos retribuyen el amor. Amar a los que piensan, actúan y hablan como yo es fácil. El verdadero reto es amar al traidor, al enemigo, al que me hiere. Ahí es donde se prueba si el evangelio ha echado raíces en mi vida. ¿A quién te está llamando Jesús a amar hoy aunque duela? Puede ser un familiar, un compañero de trabajo, un amigo que falló…El discipulado se mide en el amor que damos, no solo en el que recibimos. Jesús dijo: “En esto conocerán todos que son mis discípulos, si se aman los unos a los otros. (Juan 13:35) Ese amor no tiene excepción de personas. Incluye a los judas de nuestra vida
El lavado de pies realizado por Jesús a sus discípulos es un acto simbólico de humildad, servicio y amor sacrificial, que enseña a sus seguidores a servir a otros sin importar su posición o las circunstancias. Este acto prepara a los discípulos para el sacrificio de Jesús y les muestra que la verdadera grandeza en el Reino de Dios está en el servicio desinteresado, una lección que deben imitar en sus propias vidas.